¿Ya tomaste tu decisión de cagarte en esto y en mí por completo? A las dos de la mañana te pintó desaparecerte y a las cuatro te habías ido físicamente y yo dudo: ¿Querés que sea de mi vida?.
Dejame acá sola, no te hagas más cargo de mí.
Acogotá las cosas que te ahogan, la estoy pasando mal con tus manos violentas al rededor de mi cuello pero no me quejo, en una de esas me la merezco. Quizá es tiempo de que me vaya, quizá es tiempo de entenderte a vos y a tus órbitas. Alejarme... Qué frío que se siente, pero te quiero como para interpretarlo en un aburrido para siempre. Pero me jode la mierda esa de tener que echarte, sólo para no sentirme tan patética cuando te vayas por tus propias, bien justificadas, bien heladas y una desesperación desde tu lado para que yo te ruegue. La diferencia entre nosotros va por el rencor que creció adentro mío por ser tu segundo recurso y tu peor pesadilla cuando tenés que dormir con tu cuerpo cerca del mío. Entre esas actitudes egoístas te siento como la forma más sádica de sofocarme progresivamente hacia un cariño no-recíproco, una inconsciencia no tan oculta y de confuso manifiesto. Manteniendo una ilusión que me devora en un largo insomnio que (encima) me la pinta de color rosa.
Pero empiezo a asimilar tus ignorancias con hechos en los que posteriormente te creí omnisciente, y no pienso volver a darte algo sincero de mí, ni abrirme para recibir tu violencia que por desgracia me gusta tanto. No hablemos de razones si queremos, por lo menos, seguir viéndonos la cara... aunque en tu caso se te debería caer partida. Creo (en un noventa y nueve por ciento) que parece que con el tiempo que pasamos juntos no creció ni la experiencia ni el cariño, solamente la sed de competencia y ver quién es capaz de joder más al otro, algo de a dos pero esa idea te aburrió.
No te quiero ver la cara por lo menos hasta que me pueda ver la mía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario