Quererme sería abrazar a un cuerpo espín, sigo trepando paredes sin fin. La ceniza de lo que creo será mi último cigarrillo, construyo mi castillo y en él me hundo, bien profundo, camino sin rumbo. En memoria a mi dignidad dejo el sobre de la primer caricia que guardé, ¿Y para qué?. Guardar rencor, empiezo en la desesperación y lloro, lloro cómo nunca. Evasión dibujada en tajos, a cada segundo me calma, tal vez dejar de respirar lo pare, que lo pare si no lo estaré haciendo en vano.
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